En el último shabat del año bíblico, mientras celebrábamos la santa cena con la congregación, justo cuando yo distribuía el pan y el vino, hubo un terremoto de magnitud 6,5 que alcanzó todo el sur de Ecuador, causando 13 muertos. Cuando las paredes y los techos se movían de un lado a otro, ordené a la congregación que alabara a Adonai con fuerza en lenguas celestiales. Pedí que nadie saliera corriendo de la casa de oración, afirmando que YHVH nos protege y no pasará nada. El Ruaj HaKodesh trajo a mi mente (Salmos 46:2-3): YHVH es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda pronta en la angustia. Por eso no temeremos, aunque la tierra tiemble y los montes se hundan en el corazón del mar; aunque sus aguas bramen y espumen, aunque los montes tiemblen ante su hinchada soberbia. Y así sucedió que no se rompió ni un cristal, y ni siquiera se cayeron los cuadros de Jerusalén que había en las paredes: todo fue completamente normal. ¡Gloria a Él!
– Pastor Marcelo Corral, Delegado de UNIFY por Ecuador